lunes, 12 de septiembre de 2011

Los Remedios de la Abuela: El Diente de León



Diente de León


Un eficaz remedio natural contra alergias, problemas hepáticos y cálculos biliares.

El Diente de León es una hierba curativa que, además, se puede comer en ensaladas. Tiene nutrientes esenciales para la salud y, sobre todo, propiedades curativas muy interesantes, especialmente para el aparato digestivo.
El Diente de León es una planta comestible y a la vez curativa. Su raíz amarga se conoce como radicheta o amargón y todo el vegetal es un alimento tanto nutritivo como desintoxicante.  Su composición química es muy compleja; contiene alto porcentaje de sales de potasio, saponinas, un principio amargo, aceites y un alcaloide llamado taraxina. Según los expertos en medicina natural, el Diente de León es uno de los mejores estimulantes de las funciones hepáticas. Se lo puede ingerir en tintura madre, como tisana y también en ensaladas.

Sus virtudes ? Tiene acción laxante suave, neutraliza la acidez estomacal; es depurativo, desintoxicante y diurético; aumenta el caudal de la bilis; previene contra cálculos de la vesícula biliar; reduce la glucosa en la sangre, lo que colabora en el tratamiento de la diabetes. Se lo aconseja contra las hemorroides y también contra la anemia, la inapetencia y el estrés nervioso. En suma, es una de las plantas medicinales más recomendada para tratar problemas digestivos y hepáticos.
Estudios recientes han descubierto, además, una propiedad interesantísima del Diente de León : ayuda a bajar de peso, dado que tiene actividad diurética. Y, como si todo lo antedicho fuera poco, también alivia los disturbios premenstruales.  Asimismo, se lo aconseja contra la presión sanguínea alta, la congestión por insuficiencia cardíaca congestiva, y también para tratar la artritis, dado que al parecer posee actividad antiinflamatoria.
Su elevado contenido de Vitaminas A y C, además de potasio, lo hacen recomendable como antioxidante y para la prevención contra el cáncer.  Estudios realizados en Japón afirman que posee actividad antitumoral, aunque falta seguir profundizando en estas virtudes curativas; sí se ha comprobado que es activo contra varias especies de hongos y bacterias.



Cómo preparar una tisana curativa y otras variantes:
Se cocinan dos a tres puñados grandes de hojas previamente desecadas para una taza de agua. La cocción debe durar unos cinco a diez minutos. Se tomará de dos a tres tazas calientes por día, siempre después de las comidas.
 También es posible comerlo crudo, en ensaladas. Su sabor es amargo, cualidad que en realidad es muy benigna para la salud, compartida por otras hierbas sacras tales como la carqueja y las hojas de alcachofa.  Lo más adecuado es acostumbrarse a su sabor natural y sano, sin necesidad de agregar azúcar.
 Sus raíces (radicheta), desecadas a la sombra y luego molidas y tostadas en sartén o plancha metálica, son un buen sucedáneo del café, sin las contra indicaciones de este último.
 También pueden comerse bien cocidas, en hervor hasta que se hallen reblandecidas. Son sabrosas acompañadas de jugo de limón.



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